jueves, 3 de noviembre de 2011

La música occidental

Existen diversas maneras de definir a la música. Los más arraigados en la posición clásica occidental suelen hablar de tres elementos básicos en la música: ritmo, armonía y melodía, sin los cuáles, se dice, no puede llamarse música a lo que sea que estemos escuchando. Dicha definición es muy cierta, si observamos lo que nos hemos dedicado a componer los occidentales. Se ha privilegiado a diferentes aspectos de dicha triada, pasando a veces por la melodía, como en el romántico, por la armonía, como en el barroco, o por el ritmo, como en nuestros días.

Sin embargo, la música no sólo incluye a los aspectos que la conforman, los trasciende cuando se ve influida por el ideal humano presente detrás de ella. Siendo así, no es de extrañarse que la música parezca ajustarse misteriosamente a las características sociales de distintas épocas humanas.

Todas las artes antiguas tienen en común la habilidad de plasmar y dirigir hacia un solo sentido del cuerpo lo que normalmente sería percibido por varios. Es usando ciertas técnicas narrativas (y las llamo narrativas porque todas tratan de contar una historia, de distintas formas) que una novela logra hacernos saborear un buen plato de comida, por ejemplo. Claro que cada arte tienes sus ventajas y desventajas: como la literatura posee la libertad de describir con palabras lo que se le antoje, pero depende de la imaginación del lector, la pintura puede mostrar directamente las cosas, pero es limitada de espacio y debe usar símbolos que expresen muchísimas cosas al mirarlas.

Lo interesante es, la manera en la que la música ha logrado transportar estas cualidades al sonido. Y lo es porque la música es el arte más sensualista de todas. Desagrado, alegría, enfado, tristeza, emoción, victoria, cada una de nuestras emociones se mueve de arriba a abajo como marionetas bajo el mando del compositor y es posible, con el oído, trazar imágenes completas y complejas de manera todavía más libre que en la literatura.

La música es curiosa entre todas las artes. Puesto que recurre a las experiencias emocionales de cada uno de los presentes que escuchan logra establecer una conexión en la que al mismo tiempo, aunque todos encuentran ideas distintas en su sonido, todos logran sentir lo que expresa.

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